Me muero de hambre!

Sí, me muero de hambre. ¿Qué hago?... Sí, pregunta ridícula.

Pero apuesto (aunque yo no apuesto), a que ninguno de ustedes me contestaría que fuera a protestar a la Moneda. Bueno, quizás sola no causaría mucho impacto, así que podría hacer un llamado a todas las personas que se mueren de hambre y partir a la Moneda a alegar.

Y de mi se reirían. Más que eso, llegarían los Carabineros, y yo misma me llevaría detenida. Por estúpida.
Porque yo, no me muero de hambre.

En Haití sí.

Aunque me he acostumbrado a leer las noticias internacionales y, en consecuencia, veo más de una vez a la semana información sobre los desórdenes del mundo que tienen como punto de partida el problema de la pobreza, nunca puedo dejar de impactarme por que hay personas que se mueren de hambre!

Es rídiculo! es indignante! y es real!

Parece de película de Europa de inicio del siglo XIX, la cuestión social, la cruel migración campo-ciudad y los niños delgaduchos, con una panza redonda, los ojos amarrillos que con una mirada que parte el alma estiran el brazo pidiendo pan. Se lo imaginan?

No es necesario imaginarlo, pasa hoy.

Y siento que no se le presta la debida atención. Que muchas veces casi que esperamos que nos aplaudan porque fuimos a construir una mediagua (y, osea!, sacrificamos nuestras vacaciones) o porque hacemos una clase a la semana a un niñito que no recibe una educación como la que tuvimos nosotros.

Todo eso es loable, sí, pero no va a detener el hambre en el mundo. Hambre, sí, como la que sientes cuando son las 12:40 y faltan 10 minutos para que se acabe el módulo y te vayas a almorzar, esa hambre todo el día, todos los días.

Entonces, qué?. Entonces compromiso. Entonces consciencia que transmitir (aunque sea burdamente, como lo intento yo). Entonces una vida dedicada a esto, porque es la única forma en que acabemos en la realidad, aquella imagen de película del pasado.


* Más info sobre las protestas en Haití acá