viernes, 18 de abril de 2008

Límite

Todo tiene un límite, eso es sabido. La paciencia tiene un límite, el ímpetu tiene un límite, la fuerza lo tiene, los intentos también, pero hablar de límites entre aquellos que vivimos como tarea la superación de la pobreza -en el más amplio sentido de este concepto- es un tema complicado. Bien sabemos que los límites existen, pero establecerlos es difícil y, más aún, muchas veces sentimos que contradicen nuestra motivaciones, incluso nuestros instintos más básicos de búsqueda, cooperación y compañía.Pero existen.

Por Dios que existen.

Yo tuve mi límite, se llama Fabian, un niño de 15 años con un desarrollo físico de uno de 10 pero, les puedo asegurar, con una experiencia de vida que sobrepasa la de los años de cualquiera de los que lean esto. El Fabian "vivía" -al menos nominalmente- en un hogar del Sename, aunque la mayoría de sus noches conocían la calle. Llegó a la Escuela de Adultos para terminar 7mo y 8vo, pero un día -a los pocos meses de empezar- el Fabián desapareció.



Llamé a todos los contactos que tenía, sus tíos, su familia, su tutor en el hogar del Sename, lo convencíamos que volviera a la Escuela, le dabamos todo tipo de facilidades. El impulso le duraba una semana, de ahí, volvía a desaparecer. No sé cuantas veces se repitió la dinámica, pero en un momento dejé de intentarlo.

Esto fue hace 4 años atrás, pero me sigo preguntando si fue lo correcto.

Francamente no podía ir a buscarlo e ir a dejarlo todos los días, y hacerlo habría significado meterlo a una nueva prisión (de la misma que buscaba escapar, porque si mostraba que estaba estudiando podía evitar penas en las cárceles de adultos) y, por supuesto, contravenía a todo lo que mi proyecto postulaba de un nuevo nacimiento en base a los impulsos de los propios alumnos, no a una obligación impuesta. Asi que no lo busqué más.

A muchos convencí de seguir estudiando, de seguir tratándo y me siento feliz por ello. Pero a muchos otros no pude y el dolor de ello al parecer no se pasa. Con el Fabian no lo conseguí.


Hasta cuándo tratar? Hasta cuándo pelear? Hasta cuándo soñar?

Si alguno tiene la respuesta, avíseme.

1 comentarios:

Adnai dijo...

Uf! fuerte lo que escribiste, me dejaste plop...me quedo sin grandes palabras, pero siempre con la convicción de que se puede soñar sin límites, y de que aunque no se cumplan todos nuestros sueños, es la mejor forma de vivir...

Un abrazo,
Macku